Si tuviéramos que encontrar un símil enológico entre un cómic y la “invasión” de las “malvadas” variedades foráneas que en los últimos 30 años han entrado con tanta fuerza en el estado español, esta comparación se podría hacer entre Astérix y los vinos de Galicia. Y es que esta área del noroeste peninsular ha sido de las pocas que ha resistido el embate de la Cabernet, la Chardonnay o la Merlot, hasta el punto que, si hay presencia de alguna de estas variedades, ésta es residual.
Los viticultores y elaboradores de Galicia han sabido mantener sus variedades ancestrales, utilizadas durante generaciones para elaborar los vinos tradicionales, los vinos de los abuelos. Este “no dejarse influenciar”, muy probablemente habrá hecho que, durante los años del boom de las variedades foráneas, no se haya hablado de los vinos de esa zona, pero pasada esta fiebre, se han encontrado en que esta apuesta los ha servido para ver el futuro con muy buenas perspectivas.
Y es que, como ya hemos comentado en repetidas ocasiones, el futuro es para las variedades autóctonas de cada zona vinícola. Aquellas características que les aportan autenticidad y personalidad, que nos hablan de un paisaje, de una gente y de una manera de hacer. Más allá de los vinos de Albariño de Rías Baixas (recordemos que la fama ha venido estos últimos 20 años), en Galicia encontramos otras zonas vinícolas de gran interés, cada una con su singularidad y variedades que las identifican. Una de estas zonas es el Ribeiro, una comarca al oeste de la provincia de Ourense de gran tradición vinícola, elaboradora de vinos muy populares durante décadas.
Reconocida como Denominación de Origen en 1932, fue de las primeras zonas reguladas en el estado. Se conoce la presencia de viñedos en la comarca ya durante la época romana, pero fue durante la Edad Media y gracias a la llegada a la zona de monjes de la orden del Císter , que se dio un gran impulso a la explotación vinícola. Concretamente se asentaron en el Monasterio de San Clodio, que da nombre al vino del que hoy hablaremos.
Sanclodio es un vino blanco elaborado por el director y productor de cine José Luis Cuerda (La lengua de la mariposas, Los girasoles ciegos, etc.), nacido en Albacete pero un enamorado de Galicia desde hace años. Es también un enamorado de la buena mesa y en consecuencia del buen vino, hecho que hace 10 años lo llevó a comprar un caserón del s. XV, restaurarlo y empezar a elaborar su propio vino. A diferencia de otros artistas famosos que se han embarcado en aventuras vinícolas que a los pocos años han tenido que abandonar, Sanclodio es un proyecto bien pensado fruto del trabajo riguroso y sobre el terreno del propietario.
Este es el único vino que elaboran pero es una pequeña joya que me emocionó cuando lo probé por primera vez y del que hacía tiempo tenía ganas de dedicarle unas líneas. Elaborado sobre todo con la variedad reina del Ribeiro, Treixadura, y las restantes Godello, Torrontés y Loureiro, es un blanco joven fermentado en inox y de alta expresión aromática. Es un vino que sorprende por su delicadeza en la nariz con un gran abanico de aromas como limón, flores blancas (jazmín, manzanilla), albaricoque y herbáceo (hinojo).
Todas muy bien integradas y en su justa medida. Es de esos vinos que no pararías de oler. A pesar de su delicadez en nariz, la boca tiene mucha personalidad, que tras una buena frescura y acidez, esconde un vino carnoso, untuoso y estructurado, todo en equilibrio. Sorprende el final largo y amable. Un gran vino por 10€ Disfrutad de los vinos gallegos más allá de los Albariños. Entraréis en un mundo por explorar gratamente. Hasta el próximo post!