Música y vino siempre han ido de la mano. Bien pueden hacer un buen maridaje donde disfrutar de la música y del vino, como pueden arruinar tanto uno como el otro. Así que, como cualquier otro tipo de maridaje, tan importante es conocer bien el vino, como la pieza musical con que se tenga que casar.
En este caso de la música y el vino, el maridaje es algo más complicado ya que muchas veces hablamos de emociones, qué nos inspira o cómo nos hace sentir. Algo más difícil que un lazo vino-comida, donde los dos elementos se encuentran en el mismo lugar y es más fácil decir si nos gusta o no, si queda bien o no. Por eso, intentar organizar y hacer entender un maridaje musical, siempre es más complicado.
Sin embargo, Taca de vi junto con el violonchelista Edmon Bosch (Harmonics in Caelum) han creado un maridaje muy especial para intentar poner la piel de gallina entre el vino y la música de violonchelo. Y es que para vestir mejor la experiencia y crear el clima propicio para emocionar, la cata se hace con los ojos tapados.
Días antes del evento, con Edmon decidimos qué vino pondremos con cada pieza musical. De hecho, normalmente es al revés. Propongo vinos de estilos claramente diferentes (jóvenes, clásicos, ligeros, densos, cava…), explicando qué me inspira cada uno, y él rápidamente ya me propone una pieza (lenta, rápida, densa, triste, alegre…). La experiencia ya está servida.
Maridaje de música y vino: metodología
Normalmente el maridaje es de 4 o 5 vinos-piezas, empezando con algo sencillo y terminando con la traca final, y lo ideal es hacer que el grupo no sea de más de 20 personas. Para crear un ambiente idóneo, lo mejor es hacerlo en un espacio con poca luz y donde impere el silencio. Y ya se puede empezar.Los asistentes sentados, visualizan la situación de las copas delante y ya se pueden poner los antifaces. Edmon está en posición pero la música aún no suena. A partir de aquí los detalles son importantes: coger la botella, sentir los cubitos como suenan en la cubitera, el ruido de cómo entra el sacacorchos o escuchar como cae el vino dentro la copa. Se coge la mano de la persona y se le acerca la copa. Y así con todos.
Un vez todo el mundo está servido, empieza a sonar la música y la gente puede empezar a degustar el vino. Escuchar la música y sentir como se desliza el vino por el paladar. ¿Dónde te transporta? ¿Qué te transmite? ¿Es alegre o te entristece? ¿Nostalgia o novedad? Las sensaciones están a flor de piel y la experiencia te invade.La música termina y ya se pueden sacar el antifaz. Se pregunta qué tal y qué les ha transmitido. Seguidamente el sumiller explica el vino y porqué se ha elegido este maridaje. Se hace 1 minuto de descanso y se vuelve a hacer lo mismo ritual con los siguientes vinos-piezas.
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